La respiración es la pulsación básica de la vida. Se sabe que se vive porque se respira; es lo primero que hace un bebé al nacer. Es la expansión contracción básica del cuerpo. Es un mecanismo de regulación de los sistemas del cuerpo humano. Es la base de la experiencia de vivir.
Respirar renueva nuestro organismo, lo alimenta, limpia y energetiza. Respirar profundo es estar muy viv@.
Un cuerpo sano y vibrante respira con profundidad. En un cuerpo enfermo o con detenimiento en su desarrollo físico o psicológico, la respiración es pobre de manera crónica, causando también una tensión crónica muscular.
Los problemas de respiración pobre están relacionados con síntomas como: irritabilidad, ansiedad, fatiga, falta de concentración, ataques asmáticos, alergias, ahogos, entre otros.
Hay una interrelación entre respiración y emoción, por eso se dice que respirar es sentir. Respiramos de una u otra forma en relación a nuestras emociones. Por ejemplo: cuando nos sentimos alegres nuestra respiración es más amplia, profunda, o bien, contenemos la respiración cuando nos asustamos. También nuestra respiración varía de acuerdo a las actividades que realizamos.
Si respirar es estar vivos, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo hacerlo bien y de manera natural? A lo largo de nuestra vida hay emociones, sensaciones, y vivencias que no queremos o tememos sentir, para protegernos contenemos nuestra respiración, así vamos deteniendo el funcionamiento natural de ésta, incluso llegamos a hacerlo de manera crónica, sin ser conscientes de ello.
Además con el estrés que nos genera la vida cotidiana, tensamos el cuerpo y bloqueamos nuestra respiración.
De acuerdo a su historia, su carácter, algunas personas inhalan más de lo que exhalan y otras, exhalan más de lo que inhalan.
Cuando estos factores afectan nuestra respiración, en lugar de tener una respiración completa como la de l@s bebés y los animales, la respiración se vuelve parcial, es decir el aire sólo llega a las clavículas, o al tórax o al abdomen, lo cual varía en cada persona.
Establecer un patrón estable de respiración (que implica respirar completamente, ocupando todo nuestro espacio interior; y equilibrar nuestra respiración entre exhalar e inhalar) nos ayuda a gestionar nuestras emociones, desarrollar más nuestra conciencia, mejora nuestra salud y calidad de vida.
Después de tantos años de respirar incorrectamente, recuperar nuestra respiración natural, no sólo requiere que tomemos conciencia de esta necesidad, sino que asumamos la responsabilidad de regular y dirigir nuestra respiración conscientemente.
Se trata de comprometernos con nuestro derecho de experimentar el placer de respirar y sentir.
Una primera clave para ejercitar la respiración completa y equilibrada es darnos cuenta de cómo es nuestra respiración:
• Date un tiempo para llevar tu atención a tu respiración; cerrar los ojos te puede ayudar a interiorizar, a observarte por dentro. Fíjate en cómo respiras, qué parte de tu cuerpo se mueve al hacerlo; colocar una mano en tu vientre y la otra en tu pecho te puede ayudar a identificarlo más fácilmente. ¿Se mueven los dos por igual?, ¿hay alguna de las dos zonas en que casi no notas tu respiración?, ¿es tu respiración imperceptible?.
• Date cuenta de tu respiración en diferentes momentos de tu día; ¿es diferente al levantarte que al acostarte?, ¿cambia con las diferentes actividades que realizas, personas con las que interactúas, emociones que sientes, cosas que miras, etcétera?, ¿tiendes a retener el aire o a no tomarlo?
La mayoría de las veces el simple hecho de poner atención a nuestra respiración, de sentirla, hace que ésta se amplíe, sea más profunda. En el próximo artículo compartiremos más recursos para recuperar nuestra respiración natural.
Bibliografía
Bailey, M.. Artículo: “La respiración”. Instituto humanista de psicoterapia corporal.
Munné, A. La evidencia del cuerpo. Paidós
Sanz, F.. Psicoerotismo femenino y masculino. Editorial Cairos