FISIOTERÀPIA • OSTEOPATIA • MEDICINA TRADICIONAL XINESA

miércoles, 2 de marzo de 2011

‘La Espiritualidad (también) está en el Cuerpo’

¿Qué es la espiritualidad? Es una de esas preguntas sin respuesta o, mejor, una pregunta con muchas respuestas. La noción de espiritualidad que aquí propongo es una que dice relación con el cuerpo -sin pretender ser la única, la auténtica, ni la más valida-.

Mirar a la espiritualidad como una basada en el cuerpo, implica a su vez replantearnos conceptos tales como consciencia, darnos cuenta, salud y sentido de la vida, entre otros. Todas íntimamente relacionados entre sí e inseparables.

El fenómeno de la consciencia que aquí planteo -desde un punto de vista espiritual- tiene que ver más bien con el concepto de ampliar o expandir la consciencia; me refiero al rol fundamental del ‘darse cuenta’ como vía obligada hacia una apertura de consciencia.

No existe -según mi punto de vista- un fenómeno más espiritual en el ser humano, que el fenómeno del darse cuenta. Darnos cuenta del momento presente, darnos cuenta de que estamos vivos, despiertos, y también darnos cuenta de que podríamos estar aun más despiertos; darnos cuenta de nuestro propio darnos cuenta. Y a través del darnos cuenta, aceptar nuestra estado actual, como algo respetable, legítimo, y que hemos elegido, desde una actitud responsable. Esto es algo que llena mi vida de sentido.

Ahora bien, este darnos cuenta ocurre necesariamente a través de nuestro cuerpo. En él se manifiestan las sensaciones, a través de los órganos de los sentidos. Sensaciones físicas que nos orientan en el espacio, en el tiempo; nos alertan del peligro y nos regalan placer.

Necesitamos ser conscientes de nuestro momento presente, ya que es lo único que hay de real en nuestra existencia. Y esto ocurre a través de nuestras sensaciones corporales. Está más que dicho: sólo el cuerpo vive en el presente. Es más, el cuerpo sólo puede existir en el presente.

Necesitamos aprender a detectar las emociones involucradas en nuestra reacción al medio ambiente o contexto en el cual nos desenvolvemos, así como de los pensamientos que se desencadenan en la experiencia. Tenemos que estar atentos a cómo aquellos pensamientos y emociones pueden llegar a distorsionar nuestro sentido del ahora. A través de la toma de consciencia de esta distracción, somos capaces de volver a nuestros sentidos y sensaciones corporales, siendo el cuerpo nuestra ancla en el presente.

Está de más decir que las emociones ocurren en el cuerpo. Nuestros órganos internos, glándulas y músculos, están todas involucradas en nuestro sistema emocional. Se habla incluso de la memoria emocional de los músculos, y la necesidad de estos de protegernos a través de corazas -zonas demasiado rígidas, demasiado blandas, o demasiado duras- hasta que perdemos contacto y consciencia con las emociones que en algún momento nos desbordaron y no supimos expresar. Darnos cuenta de esta rigidez y estancamiento, es un primer paso, necesario para expandir nuestra consciencia. Tomar consciencia de nuestras emociones, del lugar corporal en el que se manifiestan, y ser conscientes también de qué mensaje traen, o cómo pueden llegar a teñir mi experiencia del momento presente, forman parte de un primer acercamiento al crecimiento espiritual. El siguiente paso, es aprender a dejarlas ir, transitarlas, aceptando que una próxima emoción inevitablemente habitará mi organismo.

Por su parte, dejarme llevar por los pensamientos es dejarme llevar por los recuerdos y nostalgias del pasado, o por las fantasías y planificaciones sobre el futuro. Las fantasías y recuerdos ocurren también gracias a procesos fisiológicos en mi cerebro –órgano que, curiosamente, aun se tiende a considerar como ajeno al cuerpo-. Sin embargo, es posible “traer los pensamientos al presente”, traer las memorias y fantasías a la consciencia del ahora. Y en lugar de verme atrapado en ellos, observarlos desde una distancia prudente, una vez más, a través de estar atento a lo que pasa en nuestro cuerpo –atender la respiración por ejemplo-, y dejarlos fluir en una actitud de no-apego.

Se entiende que más que una supresión de cada uno de estos fenómenos naturales de nuestro organismo, lo importante es aprender a reconocerlos, observarlos, aceptarlos y expresarlos cuando es necesario y en su justa medida, en el contexto adecuado. Cada uno tiene su utilidad y es imprescindible para nuestra vida. Se trata más bien de lograr un equilibrio de estas 3 fuerzas, momento a momento. Este equilibrio no solo es saludable para el organismo, sino que es un acto espiritual en sí.

Esto me trae a la consciencia el tema de salud. A modo de replantear este concepto ampliamente estudiado, y tomando de otras definiciones algunas ideas, me atreveré a definir al fenómeno de la salud como “un proceso de constante equilibrio de los procesos físicos, energéticos, emocionales y mentales, gracias a una expansión de la consciencia a través del darse cuenta”. Esto lleva implícito factores tan importantes como el respeto al propio cuerpo, respeto por otros organismos y por el medio ambiente en su totalidad –un equilibrio en el medio ayudará a nuestro propio equilibrio y bienestar. Esto es para mí, la espiritualidad.

Creo que esta definición de salud lleva incluye a su vez, el concepto de búsqueda del sentido de la vida. Veo como una meta imprescindible para nuestra felicidad, encontrar el sentido de vida basándonos en una actitud sana y armoniosa, respetuosa con uno mismo y los seres con quienes compartimos nuestra existencia. Sin un sentido de vida, la salud se empobrece, nuestra consciencia se estrecha, nuestros sentidos se duermen, y nuestras vidas se apagan.

Francisco David Narvarte
Psicólogo y profesor de yoga
Madrid, España

Bibliografía:

- Apuntes de clase (2003-2005). Postítulo de Psicología Humanista Transpersonal. Instituto para la Expansión de la Consciencia Humana. Santiago de Chile.

- Apuntes de clase (2008-2009). Formación Corporal: Cuerpo, Energía y Tansformación. Institut Gestalt Barcelona.

- Perls, Fritz (1976) El Enfoque Gestáltico y Testimonios de Terapia. Ed. Cuatro Vientos, Santiago de Chile.