Sin el sentimiento de la sexualidad en el cuerpo
no hay danza, ni música, ni poesía.
Alexander Lowen
Los “problemas sexuales” son un tema recurrente dentro de los consultorios psicoterapéuticos, no intentaré detallar qué es un problema sexual, simplemente puede entenderse como una situación que afecta y deja a una persona o a una pareja con una sensación de malestar o de necesidad de que hay “algo” en su vida sexual que debe modificarse.
Esta realidad tiene su origen en múltiples factores, sin duda uno de los más relevantes es lo que aprendemos mujeres y hombres desde el principio de nuestras vidas alrededor de la sexualidad y más específicamente sobre el cuerpo y nuestros órganos sexuales.
Algunos ejemplos: las niñas y los niños aprenden a nombrar las distintas partes de su cuerpo desde que son capaces de hablar, pero con mucha frecuencia se omite nombrar los órganos sexuales. En la mayoría de las familias aún hoy en día, a los órganos sexuales no se les llama por su nombre, se habla de ésta parte del cuerpo sólo cuando es indispensable y aún hoy en día, muchas madres y padres de familia reconocen sentir incomodidad y vergüenza cuando hablan con sus hijas o hijos de temas sexuales.
Lo que aprendemos mujeres y hombres al respecto es distinto, a las mujeres se nos ha negado de manera más directa el derecho al placer, se nos presiona a ejercer nuestra sexualidad sólo bajo ciertas condiciones e incluso la carga social de “suciedad” que reciben los órganos sexuales femeninos, facilita que las mujeres vivamos una sexualidad con más vergüenza y miedo. Por otra parte, los hombres han tenido más permiso de experimentar excitación y placer sexual, de tomar la iniciativa y de llevar la batuta en el tema de pareja, esto por supuesto les da mayor poder y eso ya es una ventaja, sin embargo, para muchos hombres, sentir el peso de la responsabilidad de que todo marche adecuadamente en cuestión sexual dentro de su pareja, se convierte también en una razón de bloqueo y dificultad para el fluir de la energía sexual.
Estos son solamente algunos aprendizajes más o menos generalizados.
¿Cómo obstaculizamos el fluir de la energía sexual?
Es importante cambiar la idea de que nuestra sexualidad se encuentra ubicada únicamente en la pelvis y en los órganos sexuales; la sexualidad está en todo el cuerpo, en nuestra piel, en nuestros músculos y nos entra por los sentidos, dándonos la posibilidad de experimentar placer de manera integral. Para trabajar con el desbloqueo de la energía sexual es necesario trabajar con todo el cuerpo y con nuestra capacidad de estar en contacto con nuestras sensaciones de excitación y placer y con nuestra capacidad de crear intimidad.
Nuestros aprendizajes y estilos de vida van creando tensiones en nuestro cuerpo que obstaculizan el fluir de la energía sexual, desde cortar nuestra respiración hasta tensar nuestros músculos de manera que perdemos paulatinamente las sensaciones, la movilidad y la vitalidad. La respiración completa llega hasta la pelvis, si respiramos profundamente, el movimiento natural involucra nuestro pecho, tórax, abdomen y hasta nuestra pelvis, sin embargo, las exigencias y tensiones de la vida hacen que cortemos la respiración, es decir tomemos menos aire, respiremos de modo más superficial, lo que corta también el fluir de la energía hacia nuestra pelvis y órganos sexuales y esto afecta de manera negativa la vivencia de nuestra sexualidad.
Algunos síntomas frecuentes relacionados con el bloqueo de la energía sexual son los dolores en la espalda al nivel del sacro o las lumbares; es innegable que ésta es una parte de nuestro cuerpo en la que solemos guardar tensión. Lowen explica esta situación diciendo que se debe a que la pelvis y la cadera son el punto de encuentro de las tensiones que vienen desde debajo de nuestro cuerpo, tensión relacionada con la falta de arraigo y con unas rodillas demasiado estiradas y la tensión que viene de la parte superior de nuestro cuerpo que se relaciona con las presiones que vivimos cotidianamente, conflictos con la autoridad, obligaciones y cargas tato físicas como psicológicas. También asegura que la rigidez en la espalda “denota una resistencia a rendirse o a darse por vencido”, si hablamos de un encuentro sexual, esta resistencia puede realmente ser un obstáculo ya que impide que las personas se abandonen al deseo sexual y a la experiencia, les hace cuidarse mientras se relacionan; gastan energía en negar su miedo, su vulnerabilidad o su necesidad de amor y esto les hace imposible lograr la fusión con la otra o el otro y como consecuencia dejan de sentir el propio placer.
¿Qué podemos hacer para facilitar el fluir de la energía sexual?
El primer paso es conocer nuestro cuerpo profundamente, estar en contacto constante con nuestras sensaciones y emociones.
Trabajar con la respiración, procurando hacerla lo más completa posible, de manera que el movimiento provocado de manera natural por la entrada y salida del aire, alcance a mover desde nuestro pecho hasta nuestra pelvis, en un movimiento circular, suave y cadencioso.
Para la bioenergética es de suma importancia que estemos conscientes de la posición de nuestras rodillas y evitemos tensarlas, de manera que estarán todo el tiempo un poco flexionadas, lo que relajará la tensión del cuerpo en general.
En el artículo correspondiente al mes de octubre se hace la descripción de ejercicios que son de gran utilidad para avanzar en el trabajo de desbloqueo de la energía sexual.
Tal vez una recomendación más complicada, pero que nos llevará a un viaje que bien vale la pena recorrer es, hacer una revisión profunda de lo que aprendimos acerca de nuestra sexualidad, de las ideas, creencias, emociones y sensaciones alrededor de cómo la vivimos y de cómo queremos vivirla ahora.
Mónica Gamboa Suárez
Psicóloga, sexóloga y psicoterapeuta corporal
México, Distrito Federal