¡Que estrés!, no te estreses, me estresas, que estresante, estoy etresad@… Son algunas de las frases que solemos decir o escuchar en nuestro día a día. El estrés es un mal de nuestra sociedad actual.
En muchas ocasiones, cuando tenemos síntomas como dolor de cabeza, espalda, malestar estomacal, insomnio, lo primero que pensamos es que se trata de alguna enfermedad, antes de considerar que la causa es el estrés. Entonces tomamos medicinas, o lo dejamos pasar, hasta que no pasa y vamos al médico quien nos dice que se trata de estrés.Pero ¿qué es el estrés?, ¿hay pastillas para el estrés?, ¿el estrés se cura?, ¿hacer yoga, natación o correr quita el estrés?
El estrés es una reacción natural del organismo a cualquier cambio ambiental, externo e interno, que nos prepara para afrontar las posibles demandas del entorno.
De hecho hay un estrés positivo que nos ayuda a superar los obstáculos que se nos presentan, realizar nuestros proyectos, crear. Pero el que es más conocido e invade nuestras vidas y cuerpos es el estrés negativo o sobreestrés, éste es el que nos agota, enfada y enferma.
El estrés es negativo cuando no tenemos la capacidad de manejarlo, lo que suele ocurrirle a la mayoría de personas. También cuando se vuelve crónico, es decir estamos constantemente sometidos a situaciones que nos generan tensión, sin tener períodos de relajación para recuperarnos.
Hay personas que se estresan más que otras frente a las mismas situaciones. Todas/os podemos desarrollar recursos para manejar el estrés.
¿Qué podemos hacer para manejar el estrés?
• Desarrollar la escucha de nuestro cuerpo (revisar artículos anteriores) y reconocer síntomas como: “nervios el estómago”, taquicardia, sudoración, vértigo, entre otros, que nos avisan que estamos sobrestresadas/os.
• Revisar qué situaciones de nuestra vida podrían estar causando este sobreestrés. Las perdidas de seres queridos, de trabajo suelen ser situaciones que nos sobreestresan.
• Darnos cuenta de las tensiones acumuladas y descargarlas (revisar artículos anteriores) para no llegar a nuestro límite y “petar”.
• Observar de qué manera con nuestros pensamientos nos generamos estrés: nos anticipamos a las situaciones: “ y si no me aceptan… y si chocamos... y si no sé que decir, y si me despiden”.
El cuerpo no distingue si la situación estresante viene de fuera o la producimos con nuestra mente.
• Revisar de qué otras formas nos autogeneramos más estrés:
¿Asumes más tareas y responsabilidades de las que puedes realizar?,
¿Te sueles responsabilizar de las necesidades y dificultades de los demás?
La sensación de no poder con todo, de estar rebasado, de acumular pendientes son factores estresantes.